Dieta cetogénica para reducir el riesgo de Alzheimer
Dieta cetogénica para reducir el riesgo de Alzheimer Salud cerebral
Genética: el hipometabolismo cerebral es más pronunciado y ocurre a un ritmo mayor en quienes portan el gen de alto riesgo de la enfermedad de Alzheimer, el ApoE.
Situación hormonal: el estrógeno ayuda a trasladar la glucosa al interior de las células y regula la actividad mitocondrial. La disminución de estrógeno que se produce en la menopausia contribuye al hipometabolismo cerebral. Cabe destacar que casi las dos terceras partes de los pacientes con Alzheimer son mujeres.
Resistencia a la insulina: la insulina regula la cantidad de glucosa que sale del torrente sanguíneo e ingresa a las células. Sin embargo, las células pueden adquirir resistencia a un exceso de insulina; los factores de riesgo son la obesidad, la grasa abdominal y la falta de ejercicio. Cuando eso sucede, la glucosa no puede ingresar a las células. Por lo tanto, aumenta la glucosa en sangre, aumentan los niveles de insulina y las células están desprovistas de energía. La resistencia prolongada a la insulina puede producir diabetes tipo 2, que es un factor de riesgo muy grave de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, una dieta cetogénica es una forma de “superar el metabolismo defectuoso del azúcar en el cerebro”, según Swerdlow. “En este momento, no estoy seguro de cuán eficaz pueda ser este recurso, pero aún considero que hay una buena posibilidad de que al proporcionar más combustible, podamos acabar produciendo más energía en el cerebro”. Swerdlow es uno de los pocos científicos que investigan la alimentación cetogénica y la salud cerebral. Un pequeño (en inglés) del que fue coautor en el 2018 reveló que se produjo una mejora estadísticamente significativa en la memoria y otras funciones cognitivas cuando los pacientes que tenían Alzheimer leve consumieron una dieta cetogénica junto con un suplemento de aceite MCT. Ahora está (en inglés) en un nuevo estudio aleatorizado para investigar esta intervención en una población más grande frente a un grupo de control que sigue una dieta saludable para el corazón. Es importante tener en cuenta que Swerdlow no aconseja a nadie comenzar una dieta cetogénica sin consultar con un médico. Puede ser difícil adaptarse y puede causar problemas digestivos. Además, debe planificarse con cuidado para garantizar que haya un buen equilibrio de nutrientes, y los efectos a largo plazo de una dieta cetogénica aún son objeto de estudio. Sin embargo, la ciencia de la alimentación cetogénica es convincente y merece más investigación, advierte Swerdlow. “En definitiva, mi objetivo no es que todas las personas que tienen problemas de memoria sigan una dieta cetogénica, sino que aprendan el modo en que el metabolismo energético influye en la cognición”, agrega. “Cuando tengamos esas respuestas, podremos encontrar formas más aplicables de lograr los mismos objetivos”. Recibe contenido similar,
¿Una dieta cetogénica puede reducir el riesgo y los síntomas del Alzheimer
Investigadores exploran el efecto de un régimen alto en grasas y bajo en carbohidratos
MILAN2099/GETTY IMAGES Tal vez sea el momento de hacer que la grasa pase de ser un enemigo implacable a un aliado del envejecimiento. Los investigadores están descubriendo que la grasa puede ser un potente combustible para el cerebro, que adquiere mayor importancia a medida que las neuronas maduras pierden la capacidad de quemar glucosa para obtener energía. La ciencia más avanzada sugiere que una —muy rica en grasas y muy baja en carbohidratos— podría mejorar la capacidad de razonamiento de quienes padecen la enfermedad de Alzheimer, y que incluso podría ayudar a reducir el riesgo de contraer este fatídico trastorno cerebral en primer lugar.¿Qué es una dieta cetogénica
A simple vista, una parece el extremo opuesto de los planes de alimentación que los expertos han vinculado a la salud cerebral y cardíaca. Por ejemplo, la —que ha demostrado disminuir la presión arterial alta, un factor de riesgo de la enfermedad de Alzheimer— contiene 33% de grasas, 38% de carbohidratos y 26% de proteínas. Obtén acceso al momento a descuentos, programas, servicios y toda la información que necesitas para mejorar tu calidad de vida. Sin embargo, una dieta cetogénica típica contiene entre 70 y 80% de grasas, entre 10 y 20% de proteínas y entre 5 y 10% de carbohidratos. Una ingesta diaria de 2,000 calorías, por ejemplo, tendría aproximadamente 165 gramos de grasa, 40 gramos de carbohidratos y 75 gramos de proteína. Esta dieta elimina la mayoría de las frutas y casi todas las verduras con almidón (papas, maíz, guisantes, etc.), además de frijoles y granos. Sin embargo, incluye aguacates, huevos, nueces, verduras crucíferas y la mayoría de las carnes y los quesos. Por lo general, una dieta cetogénica produce una disminución del peso a medida que el organismo metaboliza la grasa que tiene almacenada. Sin embargo, también ofrece otros beneficios. Por ejemplo, la dieta es muy eficaz para tratar algunos tipos de epilepsia resistente a los medicamentos. También se está investigando en casos de diabetes, cáncer y diversas enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer.Doble combustible la grasa complementa la dieta del cerebro
Entonces, ¿qué relación tiene una dieta cetogénica con el cerebro? La respuesta es que suministra otra forma de combustible. La dieta normal del cerebro es simple: glucosa. Esta forma de azúcar proviene de los carbohidratos que ingerimos, y las “centrales eléctricas” de las células, llamadas mitocondrias, convierten la glucosa en la energía que impulsa todos los procesos vitales. Sin embargo, cuando se limitan o eliminan los carbohidratos de la dieta, el cerebro puede comenzar a usar su fuente de combustible secundaria: las cetonas. Así como la glucosa es un derivado de la digestión de los hidratos de carbono, las cetonas son un derivado de la digestión de las grasas. “El organismo puede almacenar grasa para utilizarla más tarde, o puede quemar grasa para obtener energía”, explica el Dr. Russell Swerdlow, profesor de Medicina y director del Alzheimer's Disease Center de University of Kansas. “Algunos tejidos pueden quemar grasa directamente, pero otros, como las neuronas cerebrales, no pueden hacerlo. Por lo tanto, el hígado descompone la grasa almacenada en cuerpos cetónicos. Estos cuerpos ingresan al torrente sanguíneo y son transportados al cerebro, que los utiliza para obtener energía”. “En definitiva, mi objetivo no es que todas las personas que tienen problemas de memoria sigan una dieta cetogénica, sino que aprendan el modo en que el metabolismo energético influye en la cognición. Cuando tengamos esas respuestas, podremos encontrar formas más aplicables de lograr los mismos objetivos”. Para activar este proceso, el organismo necesita entrar en un estado metabólico llamado cetosis. Por lo general, se activa cuando la ingesta diaria de carbohidratos es inferior a 50 gramos. (En Estados Unidos, en una dieta típica se consumen más de 200 gramos de carbohidratos al día). Hay algunas formas de inducir la cetosis: ayunar, seguir una dieta cetogénica y tomar un suplemento de aceite de triglicéridos de cadena media (MCT), que básicamente es una fórmula líquida de grasas altamente digeribles (luego se hablará de este tema).El posible efecto de una dieta cetogénica en la función cerebral
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por presentar aglomeraciones de una proteína llamada beta amiloide y ovillos de otra proteína llamada tau, y ambas destruyen neuronas. Sin embargo, las regiones del cerebro que son importantes para la memoria y el aprendizaje comienzan a reducir su ritmo mucho antes de la aparición de estas proteínas. Las neuronas de estas regiones se vuelven hipometabólicas y pierden la capacidad de absorber y metabolizar la glucosa. A medida que reducen su ritmo, se comunican menos eficazmente entre sí y pierden la capacidad de eliminar las proteínas tóxicas. Hay varias razones para explicar el hipometabolismo cerebral. Envejecimiento normal: con el paso de los años, muchos procesos orgánicos experimentan cambios y disminuyen su ritmo, como la actividad cerebral. “Las mitocondrias simplemente disminuyen y reducen su eficacia” en la producción de energía, explica Swerdlow.Genética: el hipometabolismo cerebral es más pronunciado y ocurre a un ritmo mayor en quienes portan el gen de alto riesgo de la enfermedad de Alzheimer, el ApoE.
Situación hormonal: el estrógeno ayuda a trasladar la glucosa al interior de las células y regula la actividad mitocondrial. La disminución de estrógeno que se produce en la menopausia contribuye al hipometabolismo cerebral. Cabe destacar que casi las dos terceras partes de los pacientes con Alzheimer son mujeres.
Resistencia a la insulina: la insulina regula la cantidad de glucosa que sale del torrente sanguíneo e ingresa a las células. Sin embargo, las células pueden adquirir resistencia a un exceso de insulina; los factores de riesgo son la obesidad, la grasa abdominal y la falta de ejercicio. Cuando eso sucede, la glucosa no puede ingresar a las células. Por lo tanto, aumenta la glucosa en sangre, aumentan los niveles de insulina y las células están desprovistas de energía. La resistencia prolongada a la insulina puede producir diabetes tipo 2, que es un factor de riesgo muy grave de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, una dieta cetogénica es una forma de “superar el metabolismo defectuoso del azúcar en el cerebro”, según Swerdlow. “En este momento, no estoy seguro de cuán eficaz pueda ser este recurso, pero aún considero que hay una buena posibilidad de que al proporcionar más combustible, podamos acabar produciendo más energía en el cerebro”. Swerdlow es uno de los pocos científicos que investigan la alimentación cetogénica y la salud cerebral. Un pequeño (en inglés) del que fue coautor en el 2018 reveló que se produjo una mejora estadísticamente significativa en la memoria y otras funciones cognitivas cuando los pacientes que tenían Alzheimer leve consumieron una dieta cetogénica junto con un suplemento de aceite MCT. Ahora está (en inglés) en un nuevo estudio aleatorizado para investigar esta intervención en una población más grande frente a un grupo de control que sigue una dieta saludable para el corazón. Es importante tener en cuenta que Swerdlow no aconseja a nadie comenzar una dieta cetogénica sin consultar con un médico. Puede ser difícil adaptarse y puede causar problemas digestivos. Además, debe planificarse con cuidado para garantizar que haya un buen equilibrio de nutrientes, y los efectos a largo plazo de una dieta cetogénica aún son objeto de estudio. Sin embargo, la ciencia de la alimentación cetogénica es convincente y merece más investigación, advierte Swerdlow. “En definitiva, mi objetivo no es que todas las personas que tienen problemas de memoria sigan una dieta cetogénica, sino que aprendan el modo en que el metabolismo energético influye en la cognición”, agrega. “Cuando tengamos esas respuestas, podremos encontrar formas más aplicables de lograr los mismos objetivos”. Recibe contenido similar,